Por: Hildren Estrada
Villa del Sur, una de las comunidades más vulnerables en la ciudad de Riohacha, ubicada a la salida de la vía a Valledupar, llena de necesidades básicas insatisfechas, fue visitada por la Fundación Comunitaria Proyección, quien llegó para transformar la vida de miles de niños y niñas.
¡Un sueño hecho realidad! Para niños y niñas que se dan cita a las cinco de la tarde para recibir sus alimentos, para acostarse con la barriga llena, después de una jornada extenuante; en especial para Franco Javier Fuenmayor Ortega, un niño de poca edad, pero con un corazón lleno de esperanza y agradecido con Dios, porque lo que más anhelaba en su vida, era poder tener el alimento continuo y constante todos los días, ya que cuando había para una comida no había para dos y mucho menos para tres. Funcompro, ha llegado a sus vidas a llenarlas de amor y a darles ese alimento necesario para vivir sano y tener un buen desarrollo.
“Nuestro objetivo es tener niños llenos de salud, porque un niño bien alimentado es un niño fuerte y sano. El amor por la niñez y la gran necesidad de alimento que vimos en la zona nos movió el corazón para trabajar”, afirma Erick Guerra Barros, representante de la Fundación Comunitaria Proyección ‘Funcompro
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Para los padres de familia, esta gran obra ha marcado un antes y un después en sus vidas, así lo afirma Deismary Ortega, padre de familia de la comunidad Villa del Sur: “agradecidos con el doctor Erick Guerra, por su interés de trabajar por nuestros niños, por el futuro de nuestros niños y niñas desde el año pasado 2023, por colocar sus ojos en una comunidad que ha estado en el abandono de los entes territoriales. Gracias a sus gestiones, interés y ayuda desinteresada, hoy están alimentando nuestros niños con la comida de la tarde, una gran ayuda para los padres que no contamos con los recursos necesarios para cubrirles las raciones del día.
Cabe resaltar que donde están recibiendo los alimentos los niños, es un lote que fue donador por la comunidad y la fundación lo dotó de implementos básicos como: estufa, nevera, enfriador, sillas, mezas, utensilios y demás elementos necesarios y requeridos para poder brindar el servicio de atención a la comunidad, falta mucho por hacer, pero con fe y paciencia van avanzando.
Para Barros, su sueño en unos meses o años es poder contar con un comedor comunitario que suministre las tres comidas diarias “por el momento lo hacemos 4 días de la semana, pero con la ayuda de Dios, creemos que lo podemos lograr” afirma con voz emocionada y confiado en padre celestial y en el corazón bondadoso y solidarios de donantes que han hecho posible este proyecto, de gran utilidad y beneficio para toda la comunidad y en especial para sus menores.
La mayor gratificación para Guerra Barros, es la gran sonrisa y satisfacción de cada niño al recibir sus alimentos.