Los tiempos de soledad que vive La Punta de los Remedios, un pueblo enclavado a orillas del mar Caribe y frente a la mirada permanente de la Sierra Nevada, obligan a sus gentes permanecer al interior de sus casas, o simplemente abandonar el terruño que los vio nacer y crecer. Todo parece paralizado. Solo se mueven las pequeñas embarcaciones, las cuales se mecen al ritmo de las olas caribeñas. Los hacedores de cultura, aquellos que construyeron el mejor carnaval, quienes evocan las viejas costumbres y tradiciones, quieren que su pueblo siga viviendo el sosiego que genera el entendimiento familiar, que siempre ha prevalecido en este hermoso pueblo, quieren vivir y morir en paz.
REDACCIÓN
Por: Hildren Estrada
El viento con olor a mar, sopla con vestigios de calentura. Por estos días la gente se refugia en sus casas temprano. Solo salen a las faenas de pesca, cuando regresan, se guardan. Nadie quiere estar en las calles. La plaza luce vacía, lúgubre. Los tiempos de paz y sosiego se acabaron.
Pese a ello, La Punta de los Remedios, seguirá siendo una tierra de arte, cultura, sabores, colores y gran riqueza de su gente. Son hacedores, gestores y sabedores de cultura, quienes hoy con satisfacción desnudan su alma y con emoción cuentan sus remembranzas, como un patrimonio invaluable a la región, una historia para contar a las nuevas generaciones.
En medio de la tensión, conversar con este selecto grupo de personas, adultos mayores del corregimiento de La Punta de los Remedios, es un deleite a los oídos y a la vista; hablan con pasión, satisfacción y orgullo de sus vivencias y el aporte culturales que le están dejando a las nuevas generaciones y toda la región.
Idael, el hombre del carnaval
Con ojos azules y profundos como el mar, Idael Enrique Mindiola de 92 años, sentado en un taburete, cruzado de piernas, cómodo y con la mirada frente al mar, relata que desde que cumplió sus 10 años comenzó a trabajar y a enamorarse del arte de la pesca. Se refiere al mar con profundo respeto. Lo llama el ‘Paraíso’ que encierra una gran magia y riqueza. Desde que tiene uso de razón ha disfrutado de los Carnavales de La Punta de los Remedios. Cada año preparaba su mejor disfraz, entre ellos resalta: a sus atuendos de coronel, el Perro Encadenado, el Tigre, Rojas Pinilla, entre otros. Se autoproclama el ‘Rey de los Carnavales’. Todos los años se casaba en la época de carnavales.
Alfredo Gutiérrez, su ídolo
Mindiola, es fanático de Alfredo Gutiérrez, hablar del artista le humedece los ojos, se los seca con sus gruesos áridos dedos. Cuando habla de Gutiérrez, siente una gran alegría que describe como el recuerdo del ídolo: “es un ídolo para mí, recordarlo es devolver el tiempo a los carnavales del ayer”. Con voz armoniosa canta una estrofa de la canción La Punta, de Alfredo Gutiérrez.
La nueva ‘mojadera’
Idael, sueña con volver a caminar por todo el pueblo los tres días de carnaval con un renacer de la ‘Mojadera’ en los próximos carnavales, que la gente salga y se integre y quien no salga de su casa, lo sacan como hacían en aquellos tiempos, que llevaban el perro ‘Rauter’ y quien no participaba le cobraban una multa.
Enrique Mindiola es multifacético, con las clases de literatura del profe ‘Parra’, ha descubierto que le gusta la poesía y con voz de poeta nos regala un verso de su autoría que dice así: “La Punta es una altura que se mira a lo lejos, el azul de la nevada que miro con amor, y al pie de aquella altura, se encuentra una allanada y las arenas y una playa y el mar alrededor”. Luego puntualiza: “el mar es un compañero en mi vida, es belleza, verlo…. es ver hasta el infinito”.
De pronto, Mindiola cierra sus ojos, respira profundo y dice “tiempos aquellos, en los que hasta el pescado lo regalábamos a todo el que lo necesitaba y todos los días nos tomábamos un vaso de leche…ahora todo es comprado. En esa época, acogíamos en casa a propios y extraños, la gente llegaba con plata y se iba con su misma plata y llena de atenciones. Los niños y jóvenes, tenían respeto por los sus adultos y hermanos y quien hacía una falta se ganaba su limpia de cualquier adulto, cuantas cosas se han perdido”.
El mayor sueño de Idael, seguir aconsejando a la gente, a las nuevas generaciones, rescatar todo aquello que se ha perdido. “Yo arreglaba muchos problemas, sin necesidad de llamar a las autoridades. Los líos se solucionaban en casa, como familia que somos, porque, el que no tiene el Redondo por delante lo tiene por atrás, y familia es familia. Hay que rescatar la crianza y los valores de nuestros jóvenes”, dice Idael, con voz serena, pero firme.
Continuamos resaltando la gran diversidad de aportes que encontramos en los adultos mayores, que se convierten hoy en un Patrimonio Cultural en la región.
Raúl Redondo, una vida, un cultor
Cultor de 83 años de edad, cantor y compositor. Amante de las letras y del vallenato, se inspiró en la música de Carlos Huertas Gómez, cantando sus canciones. Compositor de la canción vallenata ‘Recordando los Juglares´, con la cual participó y se ganó el premio mayor. Hoy recibe cada dos meses una mesada producto de su galardón, aporte al patrimonio cultural.
“Reconocer que hemos dejado un legado y hecho historia en nuestro corregimiento, es darnos esperanza y animarnos a seguir adelante. Aun con la cadencia de nuestros años, podemos seguir aportando a la cultura,”
Dice el cultor Raúl Redondo.
Serapio, el Rey del Pueblo
Serapio Quintero Barros de 94 años, ha vivido entre la música, amante del vallenato, con voz pausada, lenta, pero precisa, cuenta que recuerda aquellos tiempos de oro, que se sentía el ´Rey del pueblo´, era el dueño de la música, todos los buscaban para amenizar las fiestas, colocar la música, vivía de parranda en parranda. Y en un momento de su relato, se queda en silencio y luego manifiesta: “qué tiempos aquellos, memorables. Buena vida, música y tolerancia del uno por el otro. Antes había tranquilidad, respeto y consideración, hoy no la hay, estamos viviendo momentos difíciles. Los viejos de antes eran hombres honorables, correctos, de palabra”.
Serapio advierte que “Antes, un viejo regañaba a un joven y enseguida acataba instrucciones y cuando había algún problema llamaban a Juan Redondo y en seguida se arreglaban las diferencias, y celebraban con un abrazo conciliador, sin necesidad de policía” puntualiza el señor Quintero.
Cabe resaltar que los señores, Idael Enrique Mindiola, Raúl Redondo y Serapio Quintero, están vinculados al programa Valorarte en las disciplinas de acordeón, literatura y dibujo; llegan siempre con buena actitud, alegres y dispuestos a aprender cada día de sus instructores y a dejar su esencia.
No podemos dejar de mencionar otras personas que han aportado desde su experiencia y quehacer a la cultura del corregimiento como Eduardo Borré Deluque, pescador, quien ha vivido grandes hazañas con su atarraya, el mar y su barca.
Bladimiro Redondo, exinspector, quien hacía valer la ley hasta a su propia familia, el deber ser, siempre estuvo por delante, como muestra de orden y justicia.
Darwin Leonardo Guerra, músico del pueblo. Todos desde sus oportunidades y talentos han hecho aportes oportunos y valiosos a la cultura del corregimiento de La Punta de los Remedios. Exaltando la región, las costumbres y a su gente.