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Estaba ebrio. Estaba de parranda. Estaba amanecido. Fueron todos los epítetos y calificativos que lanzaron quienes estaban en la catedral de Riohacha, cuando sintieron y observaron que un automóvil, subió e intentó ingresar al templo, cuando se hacían los preparativos para la misa de 9 de la mañana de este domingo. Parece que el parroquiano quería arrepentirse de los pecados cometidos durante la primera noche de carnaval, quiso llegar en su propio carro ante el altar de Dios, para pedirle perdón por entregarse con vehemencia a los brazos de los dioses momo, baco y arlequin.

El primero en no creer lo que veían sus propios ojos fue Monseñor, Francisco Antonio Ceballos Escobar, quien, junto a la docente universitaria Emilce Sánchez, iban a ingresar a la catedral, para iniciar la misa de 9. ! Imposible! Fue la expresión que se le notó al prelado, cuando vio un carro parqueado en el atrio de la catedral.

El escándalo fue mayor cuando los feligreses se dieron cuenta del insuceso. Nadie sabe como lo hizo, pero el carro estaba parqueado en toda la entrada principal de la catedral: “iba a entrar a la iglesia” dijo uno de los vendedores de coco de la plaza Padilla, quien explicó que “no hizo mucho ruido, montó por la subida para las sillas de ruedas y con cuidado ya estaba en la parte alta del atrio, sin tanta bulla.

El joven que conducía el automotor estaba borracho. Alguien lo identificó como un miembro del grupo coral de la misma catedral. “Estaba amanecido” gritaron casi en coro, los lustrabotas que no perdieron un solo minuto de la excéntrica escenas, pocas veces vistas en la plaza Padilla. Hace muchos años, Elías del Toro Rivadeneira, y destacado comerciante de licores de Riohacha, iba en su Toyota, en compañía de Mary, su compañera permanente, cuando sufrió un problema de salud, al intentar frenar, hundió el acelerador y el carro subió hasta el atrio, quedando prácticamente del otro lado en la calle 2. Esa fue la razón por la cual, colocaron varias barras de hierro, las cuales posteriormente desaparecieron.

Este domingo, cuando se produjo el inusual hecho, la policía, el tránsito y mucha gente se arremolinó frente a la iglesia, intentando conocer la identidad del joven que iba al frente del volante. Los feligreses estaban iracundos. Se pensó en lo peor. Un ataque de desconocidos. Al final, todos se calmaron, e incluso, quienes estaban dentro de la iglesia, no se percataron de lo ocurrido.

Alguien con mucho sentido del humor solo dijo: “Quedó en familia, el conductor es miembro del grupo coral”.