Hace 10 días, un equipo de paramédicos llegó a la casa de Katerine Bayuelo, una joven madre cabeza de familia, que vive en una especie de rancho – cambuche en el sector de las Marías, una zona vulnerable del sur de Riohacha. Llegaron, pesaron y tallaron, luego se fueron. Al menos eso dice la madre de José Gabriel Gutiérrez Bayuelo, un infante de solo 9 meses de nacido, que en su poco tiempo, cargo sobre su escuálido cuerpecito, el peso del hambre, las fuertes calores, la falta de agua potable, y el llanto permanente de su joven madre, que no tenía como alimentarlo.
Hoy, lunes, pese a ser atendido por los programas del Icbf y recibido en la Unidad de Cuidados Intensivos de Gyomédical, el menor falleció. Fue una explosión de llanto de la madre, sus amistades que le acompañaron e incluso de las mismas enfermera, que vieron ese drama, ya como muy particular entre los menores de esta región.
Breiner, un Edil de la Comuna 10, quien estuvo al frente de este caso, denunció que las fundaciones que atendían al menor, llegaban y regresaban sin dejar ayuda alimentaria para el bebé, pese a que se sabía que el problema era de una cruda desnutrición, ya que la madre es cabeza de familia, y carece de los dineros suficientes para asistirlo en todas las necesidades que tiene.
El menor fue atendido hace algunos meses en San Juan del Cesar, luego lo regresaron a Riohacha, pero siempre vienen, lo pesan y lo tallan y después se van.
Las Marías es un barrio vulnerable, ubicado al extremo sur de Riohacha. Son casitas de invasión, cambuches que se mueven al vaivén de las brisas y sus habitantes sufren al compás de las lluvias que pocas veces caen sobre la capital de La Guajira. En estas calles polvorientas y oscuras en horas de la noche, el hambre cabalga buscando almas inocentes que se acuestan sin probar una comida nutritiva. Sus padres, muchas veces, no alcanzan a ganar lo suficiente para poder comprar productos alimenticios que puedan llevar nutrientes al cuerpo de sus hijos, por eso, muchos tienen el síndrome de la desnutrición aguda. Algunos mueren en silencio por hambre. Quienes sobreviven, no alcanzan a desarrollar una locomoción y mucho menos una buena aptitud mental, que les impide acceder a los procesos educativos.