Corría el año 93 cuando llegó a su fin la entidad FOCINE (Fondo Nacional del Cine Colombiano), intensamente amada por unos, pero también odiada por otros, ¿el por que?, porque no es que le haya ido muy bien a muchos productores al encontrar una ayuda para sacar adelante sus películas, ya que la política era clara: “tome, haga, venda como pueda y me paga”, una clara barbaridad en un mercado que competía con gigantes como Hollywood y México.
Y no nos echemos mentiras, el primer reto a la hora de distribuir era convencer para que se proyectara en las salas de cine, el siguiente paso era enfrentarse a la dura realidad de las preferencias del público: “quien iba a entrar a ver una película colombiana, que ni publicidad tenía, si a la misma hora encontrábamos la nueva de Cantinflas, Pedro Infante, Star Wars, Tiburón, etc”. No, no había como lograrlo, sumado al poco tiempo en exhibición, que no daba tiempo para que se corriera la voz, en fin: todo un fracaso anticipado.
Sin embargo, el cine colombiano de esa época si tenía mucho que mostrar, y era un cine que nos representaba como:
(1977) Agarrando Pueblo – Luis Ospina
(1987) El embajador de la India – Mario Rivero Ferreida
(1990) Rodrigo D no futuro – Victor Gaviria
(1991) La Gente de la Universal – Felipe Aljure
(1993) La estrategia del Caracol – Sergio Cabrera
Y no nos adentremos mas en esta lista, que será tema para otro artículo, pero algo nos dejó Focine, que era una iniciativa mal planeada, si; pero una iniciativa que hacía que pensaras dos veces antes de recibir dinero para sacar una producción adelante, porque se trataba de tus recursos… porque al final debías pagarlos.
Con el pasar del tiempo, los incentivos cambiaron, mucho mas blandos, y entramos en una nueva era, la de Proimagenes, mucho mas organizada, mejor pensada en el impulso a los realizadores, y una gran estructura que nos da oportunidades, pero… todo tiene su pero.
Como productor te enfrentas a ciertas decepciones que no puedes ocultar, el hecho de que tus propuestas se tilden de muy “Hollywodenses”, “Poco Inclusivas”, o que no pertenezcas a un grupo social especial como: LGBT…z, Afrodescendiente, Desplazado, Discapacitado, en extrema pobreza, Indígena, población entre los X y Y años, y cuanto grupo haya que reivindicar.
Desde la academia, el cine colombiano se volvió un simple taller de desinvisibilización de sectores sociales en este pais, pero perdió el enfoque desde hace mucho tiempo, se alejó de la línea del éxito, de una senda que nunca ha encontrado. Tomó una dirección que nos ha impedido convertirnos en una de las industrias mas poderosas del mundo, para lo cual tenemos talento, porque como colombianos llevamos inherentes la narrativa y realismo mágico en nuestro ADN tricolor, ese picante y sabrosura que nos identifica como una de las naciones mas alegres de todo el mundo por encima de todos los problemas sociales y de seguridad que tengamos, porque no hay que negarlo, eso nos da vida, y causa curiosidad y envidia a veces.
El cine colombiano tiene derecho a ser otro Bollywood, el productor con ingenio tiene derecho a ser escuchado
Pero hemos pasado de ese orgullo cinematográfico que en esa gran época alcanzó a dejas buenas bases, a un cine lastimero y Soso para contar historias que parecen ser mas el Blockbuster en honor a nuestro pasado de violencia e injusticias, un altar al Holocausto Colombiano, que un espacio para compartir arte; solo producimos para participar en Festivales internacionales de cine y traer cualquier hueso que nos tiren, logros estos elogiados por un grupo reducido de “eruditos” con ideas recalcitrantes antimperialistas, que rechazan todo lo que huela a éxito de taquilla para no “Prostituir” un arte que de por si ya han “Prostituido” ellos mismos con el afan de causar lástima en el mundo entero.
El cine colombiano tiene derecho a ser otro Bollywood, las nuevas generaciones tienen derecho a innovar, y competir en taquilla con el cine comercial, el productor con ingenio y visión tiene derecho a ser escuchado, no a que lo rechacen porque no entra en las amañadas normas de la óptica de quienes apoyan películas que mas parecen documentales que cualquer otra cosa.
Necesitamos llegar a un consenso y que se permita crear cine para el público en general, no para una minoría descalificante y pomposa. Necesitamos que se escuche al público en general, que se financien obras que puedan llegar a taquilla y vendan, que recojan recursos, ya está bueno de experimentos sociales buscando lo que perdimos, pero que aunque sabemos que por allí no está, seguimos alejandonos de la verdad. Necesitamos un cine que nos identifique a todos en general, del cual nos sintamos orgullosos.