El propio presidente Carlos Lleras Restrepo, se fue a Funza, para entregar en el internado de esa localidad la máquina, que su amigo, ‘Chato’ Losada, le habia enviado desde Manaure, a su hija Stella. Fue un día de sorpresa en el internado. La propia Stella no lo podía creer, cuando le pidieron que se vistiera de gala porque tenía una visita super especial.
Por: Kenneth Rivadeneira
Una vieja casona de Buga, Valle, está ligada a la historia de Colombia, la historia de las salinas marítimas y la historia misma de una hija de Manaure. ¿Pero qué tipo de relación podría tener una distante casa de estilo colonial con Manaure? Esta historia comenzó el 27 de diciembre de 1.829, tal como lo señala la escritora María Clara Cabal Correa en su libro Buga. Ese día, el Libertador Simón Bolívar se hospedó en la casa de estilo colonial, ubicada en el antiguo barrio la Ermita de Buga, la cual perteneció a la familia del general Belisario Losada y Rodríguez, abuelo de don Hernando Losada Zerda, quien se convertiría
en administrador de las Salinas Marítimas de Manaure, La Guajira, en el año 1.951.
Pero, volvamos al Libertador y su estadía en la vieja casona. Concebida en una planta y patio central y cuya categoría de construcción es de conservación tipológica, allí el padre de la patria escribió una carta al general José Antonio Páez, prefecto de Venezuela, quejándose por los pasquines que circulaban contra
su reputación. Otra misiva, iba dirigida a José María del Castillo, presidente del consejo de ministros, y en ella Bolívar le comunica su renuncia a la presidencia para siempre, y su deseo de ir a Mérida para tratar con el general Páez todo lo conveniente a la unión, pero la separación de Venezuela era un hecho y su sueño de la gran Colombia unificada terminó en toda una pesadilla separatista.
Monseñor Francesco Ragonessi y la ciudad Señora Años más tarde en 1.907, la vieja casona recibiría la visita de monseñor Francesco Ragonessi, delegado apostólico para Colombia, y quien se encargó de
la consagración del templo del señor de los milagros de Buga. Monseñor Ragonessi fue invitado a hospedarse en esa casa por Clímaco Losada Lobatón, hijo del general y quien para esa época ejercía el cargo de Secretario de Guerra en el gobierno del general Rafael Reyes.
Durante la cena en honor al delegado de Papa Pio X en Colombia, monseñor quedó impresionado por la decoración de la casona y las atenciones que recibió, tanto que lo hicieron exclamar sus palabras memorables “verdaderamente Buga es una ciudad señorial” y al día siguiente en el recinto del concejo municipal declaró a Buga como la ciudad señora.
El General Losada Belisario Losada y Rodríguez –bisabuelo de Hernando Losada Zerda, un personaje con pinta de misionero que llegó a administrar las Salinas de Manaure- fue médico, general de la república, gobernador de Boyacá en 1.888, jefe civil y militar de Panamá, representante al congreso, fiscal, y juez superior del distrito judicial del cauca. Cuando estalló la Guerra de los Mil Días fue comandante
general de la Quinta División del Ejército en el Atlántico, y murió en Buga, Valle, el 15 de agosto de 1.903 tras las complicaciones que sufrió a causa de una apendicitis.
Entre tanto, su hijo Clímaco Losada Lobatón, nació en Buga el 28 de noviembre de 1.865 y según el historiador Gustavo Arboleda en su Diccionario Biográfico y Genealógico de Familias Caucanas; Clímaco terminó estudios de literatura e ingresó a la escuela de medicina, pero la Guerra Civil de 1.885, donde se
enfrentaron liberales radicales y el Partido Conservador que apoyaba al gobierno del general Rafael Núñez, lo obligó a interrumpir sus estudios y a tomar armas en defensa del gobierno sin tener formación militar y terminada la guerra, regresó a Bogotá donde se radicó definitivamente. Formó su hogar con María Zerda García, hija del sabio Liberio Zerda, un afamado médico, científico, político, educador y etnólogo colombiano, autor del libro El Dorado, un completo estudio histórico, etnográfico y arqueológico de los Chibchas, donde se narra el ritual en la Laguna de Guatavita representado en la Balsa
Dorada Muisca que no fue encontrada sino hasta después de la muerte del científico.
De igual forma, Clímaco Losada fue secretario de guerra durante el gobierno del general Rafael Reyes, y en 1.906 se desempeñó como Gobernador del Cauca. Murió en Bogotá el tres de marzo de 1.909 siendo Secretario del Ministerio de Obras Públicas. El entonces Presidente de la República, decretó honores
especiales y sin haber sido militar su féretro fue llevado en hombros por cadetes de la escuela militar hasta el cementerio Central de Bogotá, acompañados por un destacamento del Ejército. Hoy su nombre aparece en una placa como uno de losfundadores de la Escuela Militar de Cadetes General José María córdoba de Bogotá.
Ya en 1.942 Hernando Losada Zerda -hijo de Clímaco Losada y nieto del general Belisario Losada- se incorporó a la Concesión de Salinas del Banco de la República, como visitador general en Zipaquirá, Cundinamarca. Allí levantó el primer inventario de las salinas terrestres dado que el banco había asumido la concesión en 1.932. Como visitador de las salinas el día 13 de marzo de 1949, haciendo gala de su buen sentido del humor escribió al respaldo de una foto: “el químico míster Losada analizando las cristalizaciones de la sal”, Manaure, La Guajira.
Posteriormente fue nombrado administrador de las salinas de Manaure entre 1.951 y mediados de 1.952, logrando importantes producciones para esa época. De 1.952 a 1.954 fue contador del Instituto de Fomento Industrial en Bogotá, y en 1.955 trabajó como interventor en la Tesorería General de la Republica. A principios de 1.959 renunció para volver a la Concesión de Salinas esta vez como
secretario de Proaguas en el municipio de Uribia en donde estuvo encargado de la administración durante dos meses. Se retira de la vida laboral en 1.962 para gestionar su pensión, y se establece con su familia de manera definitiva en Manaure después de 42 años de servicio en diferentes empresas y entidades del país.
Hernando Losada prefirió el sol ardiente de Manaure, la brisa y el mar, antes que los 2.600 metros de altura de la fría Bogotá. Tanto él como su esposa doña Cecilia Garcés ya se habían adaptado al pueblo, a su tranquilidad a su gente, varios de sus hijos nacieron en Manaure y esa época dorada donde había empleo, salud, educación, vivienda, un comercio vigoroso, sentido de pertenencia y donde la gente era feliz, terminó llevándolos a arrojar el ancla de su existencia en ese oasis que les daba todo.
Luego de obtener la pensión es contratado por la empresa Alvarado y During ingenieros civiles y portuarios, quienes fueron los encargados de la construcción del muelle de Manaure, tras el diseño estructural del ingeniero Guillermo González Zuleta, y fue la primera obra civil en obtener un premio nacional de ingeniería. Por este motivo el muelle de Manaure fue catalogado en su momento como de gran importancia en el avance de la ingeniería civil en Colombia.
Carlos Lleras Restrepo y la máquina de escribir
La inauguración de este muelle en febrero de 1968 estuvo a cargo del entonces presidente de la republica doctor Carlos Lleras Restrepo y aquí entra en escena la máquina del tiempo con la que se escribió un capitulo fascinante en la historia de la licenciada manaurera Stella Losada Garcés.
Ese caluroso día de 1.968 Hernando Losada al enterarse de la visita oficial del Presidente Lleras a Manaure, tomó su mejor vestido completo del closet, le hizo un nudo inmejorable a su corbata y se fue rumbo a la Casa de Huéspedes de la Concesión Salinas con un pequeño maletín de color gris en sus manos. Al llegar a la puerta las personas que estaban encargadas de la seguridad le preguntaron por su identificación a lo que él respondió en tono de militar “vengo con la comitiva del señor Presidente. Su impecable vestido de paño inglés, el rostro enrojecido por el calor y su acento cachaco, fueron un boleto de entrada para que Hernando Losada y Carlos Lleras Restrepo se vieran frente a frente ese día.
Ya en la sala de la elegante casa que alojaba a ministros y altas personalidades del gobierno y el mundo empresarial, Hernando Losada se acerca al presidente Lleras y le dice: “Chato Lleras”, a lo que el primer mandatario responde: “Chato Losada tu qué haces en la Guajira”. Enseguida Hernando Losada le contó al
presidente sobre sus últimos años de trabajo en las salinas y Proaguas hasta la etapa de su jubilación. Y como si se tratara de una escena donde dosadolescentes hablan en una esquina de barrio, el “Chato” Losada le pidió un favor personal al “Chato” Lleras una vez regresara a Bogotá. Le dio que necesitaba
enviarle una máquina de escribir a su hija quien se encontraba estudiando en el colegio Nuestra Señora del Rosario de Funza, Cundinamarca, y sin el menor asomo de duda el Jefe de Estado se comprometió a llevar personalmente aquel encargo.
La licenciada Stella Losada Garcés recuerda que estaba en el aula de clases y de pronto una monja la hizo salir. Le dijo que por favor tenía que vestirse de gala porque iba a recibir una visita muy importante. La joven estudiante se mostró extrañada porque normalmente la única visita que recibía era la de su acudiente, mas sin embargo se vistió de manera rápida y fue junto a la religiosa a la oficina principal del colegio. Antes de ingresar a donde se encontraba el extraño visitante, la monja le pidió que saludara con mucha reverencia al señor Presidente de la República quien había ido a visitarla ese día.
Stella Losada se puso muy nerviosa y en su cabeza los signos de interrogación comenzaron a reproducirse de manera rápida, la verdad no entendía nada de lo que estaba pasando. Se llenó de fuerzas y al entrar a la oficina recuerda que quedó impresionada por la baja estatura del presidente y ella mucho más alta cumplió con el saludo protocolario que le había pedido la monja. De inmediato el Presidente Lleras le entregó la máquina de escribir que su papá le había mandado desde Manaure, le habló sobre su amistad de muchos años en el barrio Chapinero y las veces que jugaron boliche con el también expresidente Alberto lleras Camargo. Por último, le dijo que cualquier cosa que necesitara no dudara en
acudir a él en Bogotá, pero ella nunca fue a la Casa de Nariño porque lo que recibía de Don Hernando Losada era suficiente para su manutención recuerda un tanto emocionada la protagonista de esta historia cincuenta y seis años después.
Tanto el “Chato” Lleras como el “Chato” Losada habían hecho honor a una amistad que se forjó en el barrio Chapinero de Bogotá donde fueron vecinos, y luego en las Empresas Unidas de Energía Eléctrica de Bogotá, donde el expresidente de la republica trabajó como revisor fiscal, y Hernando Losada como
contador. El gerente en esa época fue otro ilustre colombiano del siglo XX quien
se convertiría en presidente de la república por dos periodos, es decir el doctor
Alfonso López Pumarejo.
Ese mismo año la protagonista de La Máquina de Escribir participó junto a Olga Pana, Cecilia Redondo, Graciela Mercado y Cecilia Atencio, todas hermosas jóvenes de Manaure, en el primer reinado de la sal con motivo de la inauguración del acueducto de Shiruria. Aquel diciembre de 1.968 y cuando todavía Manaure era corregimiento de Uribia, la administración de la empresa IFI Concesión de
Salinas a cargo del doctor Alfredo Mondragón, junto a un grupo de personalidades de Manaure como Adalcides Ibarra, Menfis Palacio, Dullis Atencio, José del Transito Polo, Ricardo Meza, Pedro Iguaràn, Hernando Losada y Carlos Mengual, entre otros, organizaron el concurso y de esta forma Cecilia Redondo se convirtió en la primera soberana de la sal.
La seño Stella como cariñosamente la llamamos en Manaure, estudió en Funza, Cundinamarca hasta el año 1.969 y por problemas de salud terminó bachillerato comercial en el colegio la Sagrada Familia de Riohacha en 1.970. Luego cursó los grados 10 y 11 en el colegio nacionalizado Eusebio Septimio Mari de Manaure, y como la máquina de escribir ya estaba en lo más profundo de su vocación; la seño
Stella comienza a trabajar en el Septimio el 26 de mayo de 1980 con 25 máquinas que fueron donadas por la Alcaldía Municipal.
El Septimio Mari fue el único colegio que implementó la mecanografía como parte de las vocacionales, y por consiguiente la seño Stella se convirtió en la única docente de esa materia. En 1.996 apareció la informática y finalmente en 1.998 se cerró el taller de mecanografía dejando una infinita nostalgia en aquella generación de manaureros que adquirieron la experticia de mover bien los dedos, sacar copias en papel carbón y por supuesto no dañar muchas hojas.
El señor Hernando Losada Zerda falleció en Manaure en el año 1.991, a la edad de 92 años, pero sus raíces crecieron en el árido y salitroso desierto guajiro y sus hijos: Stella, Guiomar, Santiago, Patricio, Leonardo, Rodolfo, Hernando y Ramiro, sus nietos y bisnietos vivirán con el eterno recuerdo de ese hombre que demostró un alto sentido de pertenencia por un Manaure que hoy se sostiene del hilo de una época dorada y el cual se resiste a desaparecer en medio de la incertidumbre y las vicisitudes por los conflictos de las Salinas Marítimas.
De los hijos de Hernando Losada Zerda fruto de su primer matrimonio y quienes crecieron en Bogotá, es decir Hilda, Milena, Clímaco y Rodrigo Losada Lora, este último es el único sobreviviente y tras sus estudios en filosofía y ciencias políticas se ha destacado como catedrático en varias universidades de la capital de la república.