Por: Jorge Naín Ruiz
Puede llamarse escritor a quien como yo decide medírsele a una columna de opinión como esta, también a quien decide escribir poesía, a quien escribe una obra científica o académica, a un guionista, un ensayista, un periodista, siendo así el doctor Ciro Alfonso Quiroz Otero, abogado penalista, nacido en la cabecera municipal de El Paso, desde hace mucho tiempo es un escritor, además de docente emérito de la Universidad Nacional de Colombia y Gran Orador de la Gran Logia de Colombia, su primer libro Vallenato, hombre y canto (1982) figura entre las obras mas leídas y mejor ponderadas en cuanto a música tradicional del Caribe se refiere.
Nuestra región tiene muy buenos escritores, la magia intrínseca del Caribe unida a la perspicaz narrativa propia de quien vive sucesos plagados de mística, hace que entre nosotros pululen la poesía y la prosa, aunque en menor proporción con alta calidad y rigor.
Son solo cuatro los libros que ha escrito Quiroz Otero, en sus más de 40 años como escritor, es decir que en promedio le gasta 10 años a cada obra, sencillamente porque es un perfeccionista, escribe, lee, vuelve a escribir, corrige, solo cuando tiene un documento maduro, analizado y reposado se atreve a publicarlo.
El honor de ser su paisano y amigo me ha permitido vivir muy de cerca la gestación y el parto de sus dos últimos libros y debo decir sin temor a equivocarme que su obra cumbre es la novela que acaba de lanzar titulada La Maldición de los Artuz. Aquí se consagra Ciro como uno de los mejores cronistas del País.
Esta historia que a ratos parece de ficción pura, costumbrista como ninguna, pero que te engancha de tal manera que te lleva a devorarla y luego a sentir con el autor que todos fueron hechos de la vida real, solo que se contaron en una prosa exquisita que te invita a volver a leerla.
La trama de esta hermosa novela en la que las tuquecas ríen, ocurre en dos poblaciones del antiguo Magdalena grande, que tienen historias hermosas: San Diego de las Flores y San Antonio de El Paso del Adelantado, por donde una familia encabezada por hombres masones, so pretexto de conservar la pureza de la raza, se inclina por las relaciones incestuosas, lo que origina una maldición eterna que los conduce de la riqueza a la miseria y de la alcurnia a la plebeyez.
La muerte de don Basilio Segundo Artuz, personaje central de la novela es macondiana como ninguna. “Ingesta de seis esferas de hierro de las que usan los molinos de maíz, cada seis horas, acompañada cada una de un vaso concentrado de tamarindo” … y se llevó las bolas de hierro a la tumba.”
Definitivamente el escritor Ciro Alfonso Quiroz Otero con esta novela la sacó del estadio. Allá usted si no la lee, se consigue en la tienda Compae Chipuco de la Plaza Alfonso López.
COLOFÓN: Profunda tristeza y desconsuelo se siente por la partida de un entrañable amigo, compositor, músico, arreglista, productor musical, que recorrió el País y el exterior al lado del médico Otto Serge interpretando el vallenato romántico de finales del siglo pasado. Rafael Ricardo Barrios fue mi compañero de set en un programa de televisión en el canal claro, me grabó “El Merengue Menor” con Manuel Bustillo y me acompañó en el acordeón una canción en el homenaje que le hice a Leandro Díaz. Paz en su tumba.