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Por: Benjamín Murgas Téllez

Benjamín Murgas Téllez
Ingeniero Industrial
Mg. Gerencia de proyectos industriales
Doctorando: Ingeniería Industrial

La Visión de que en La Guajira haya una transición hacia una economía baja en Carbono hay que mirarla desde diferentes enfoques:

1. Desde la perspectiva de las condiciones meteorológicas el Departamento tiene todas las condiciones para convertirse en el principal generador de energías limpias no solo de Colombia, sino de Latinoamérica, gracias a su alto potencial energético (Eólico y Solar) ya que es reconocida como uno de los 10 mejores sitios continentales a nivel mundial en función de su potencial eólico.

2. La transición energética se complica por el lado de la cultura del pueblo wayuu, que son los dueños de las tierras donde se deben localizar los proyectos de generación de energía eólica, principalmente, debido a las prerrogativas que poseen sobre la tenencia de la tierra, por tratarse de Resguardos Indígenas, y además, por el desplazamiento obligado que causa la instalación de molino de viento en el territorio, lo cual requiere que se diseñen algunas estrategias para hacerle frente a la situación, entre las cuales se pueden plantear:

• Es fundamental orientar el emplazamiento de los proyectos eólicos y solares en el departamento de La Guajira, de tal forma, que generen de verdad las posibilidades para transformar integralmente el estado de decida y atraso en las condiciones de vida de la población guajira, especialmente de los indígenas wayuu. La prioridad de la inversión debe focalizar la intervención de las variables que inciden básicamente en las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) que están en la actualidad por encima del 90% (DANE), para mencionar el caso de Uribia.

• El proceso hacia la transición energética demanda un gran esfuerzo en la articulación y coordinación, orientada por los principios de concurrencia subsidiariedad y complementariedad, donde participen todos los niveles de gobierno (Nacional, Departamental y Local), academia, sector privado, organizaciones sociales y principalmente la población influenciada por la generación de energía. Además, los procesos de consulta previa y otorgamiento de las licencias ambientales deben ser participativos, articulados y transparentes.

• Se requiere un fortalecimiento para generar competencias, tanto en lo institucional y social en el Departamento, que permita enfrentar de manera adecuada los grandes y complejos retos que demandan el desarrollo social y territorial de La Guajira.

• Existe la necesidad de diseñar e implementar un modelo económico empresarial transversa e incluyente en los proyectos de generación de energía, donde se prevea la participación como socios la institucionalidad pública (Gobernación, municipios, resguardos), el sector privado, y principalmente la población impactada por los proyectos que se implementen.

• Ampliar la inversión para la generación de energía eólica marina aprovechando el gran litoral con que se cuenta en La Guajira.

• Una idea, que puede sonar descabellada, por la particularidad de la cultura de la población Wayuu y es: “Aprovechar el desplazamiento causado por el establecimiento de los proyectos, que es inevitable, para definir asentamientos en territorios comunes (establecerse en zonas específicas varias comunidades, menos dispersas) lo que permitiría brindarles mayor cobertura y calidad en la prestación de servicios públicos contribuyendo de esa forma al mejoramiento de las condiciones de vida”.

Pero causa una alerta especial, el hecho, que aún no asoma una estrategia articulada entre la Gobernación con los demás actores (nación, municipios, academia, empresa privada, asociaciones, población Wayuu, entre otros,) para enfrentar el proceso de transición energética de forma integral, por lo que recomiendo que se establezca un equipo técnico interinstitucional e interdisciplinario que se encargue de pensar y definir cuál es la ruta y los proyectos a desarrollar en La Guajira frente a la transición energética.

Por otro lado, es cierto que la transición energética a producción de energías limpias (compromiso de la Agenda 2030), ocasiona la terminación del ciclo de extracción de carbón en La Guajira, causando un alto impacto en la economía del Departamento, debido a que el sector de Minas y canteras representa el 57.6 del PIB del Departamento para el 2022, siendo el carbón el principal componente. De ahí, que estamos en mora de iniciar un plan de choque prospectivo frente a la desestabilización que se generaría en la economía de La Guajira.

En ese sentido, todo apunta a que la estrategia es propender por recuperar la vocación económica que ostentaba La Guajira antes de iniciar la explotación minera en los años 80, donde su economía se basaba en la agricultura y el comercio, entre otras, pero para ser competitiva en la actualidad, requiere que se introduzcan procesos de Investigación, Desarrollo e Innovación. No se puede desconocer, que en el Departamento se han hecho muchos ejercicios de identificación de apuesta para la diversificación de la economía (Agenda prospectiva, agenda de competitividad, entre otras) pero la realidad es que han ido a parar en los anaqueles de nuestras instituciones.

Creo que estamos a tiempo de definir estrategias reales frente al escenario incierto que se nos avecina, porque a pesar de que se logre consolidar una transición energética a partir de fuentes de energía eólica y solar, lo cual no está asegurado, las regalías y el impacto en nuestra economía no alcanzaría el nivel logrado por la explotación de carbón, ante todo en lo que tiene que ver con la oportunidad de empleos directos e indirectos generados. Lo anteriormente expuesto, indica que se debe establecer un proceso de desarrollo bien planificado que nos permita definir la visión que queremos los guajiros y residentes de nuestro Departamento, por lo cual planteo como trampolín para apalancar la formulación de una Agenda Prospectiva, que nos permita visionar las principales apuestas de Desarrollo Económico, Social y estrategias de inclusión de la población con un horizonte al 2050 (2026-2050), o sea, 24 años (incluye 6 periodos de Gobierno), y establecer mediante ordenanza Departamental un mecanismo de continuidad en su cumplimiento por parte de los futuros gobernantes, sin perjuicio de poder vincular los requerimientos que demanden las variaciones que se presenten en el futuro.

Otro aspecto critico a tener en cuenta es el relacionado con la participación equitativa, porque no se puede desconocer que en La Guajira nos caracterizamos por un pensamiento y accionar permeado por lo individual, el egoísmo y la poca solidaridad, lo que engendra una gran brecha social y económica entre los pobladores, evidenciado en el alto nivel del GINI (mide la desigualdad dentro de las poblaciones), que para el 2023 alcanzo 0,522, lo que nos ubica como uno de los Departamentos más desiguales (Pocos ricos y muchos pobres) del país. Esto en La Guajira se convierte en un tema complicado, porque implica, cambiar totalmente la manera de actuar, tanto de nuestros dirigentes como conciudadanos del común, o sea establecer un proceso de Desaprender para Aprender, lo cual nos ayudaría a reducir o eliminar errores repetitivos sobre todo en la manera de actuar y la toma de decisiones en nuestros procesos y nos apalancaría a un progreso ascendente, olvidando el pasado, pero aprendiendo de él para vislumbrar nuevas habilidades que nos conlleve realmente al desarrollo integral que urgimos en La Guajira.

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