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Para los 300 habitantes, de Ichichon y Jararao, fue un día histórico. Por primera vez, un gobernador llegaba a esos territorios olvidados. Ese medio día, los termómetros registraron 39 grados de temperaturas bajo sombra. Pese ello, todos estaban felices. El agua potable, totalmente gratis, era una gran realidad. Ya la tenía allí, en sus casas, para disfrutarla, pero para evitar que los niños abandonaran sus escuelas, para tener que caminar muchos kilómetros arrastrando una carretilla, para buscar unos cuantos litros del líquido impotable.
Antes el agua distanciaba a las familias, hoy los une. Eso lo dijo el propio gobernador Jairo Aguilar Deluque, quien, junto a Andreína García Pinto, la gerente de Esepgua, llegaron a dos pequeños poblados, para poner en pleno funcionamiento las dos plantas para el suministro de agua potable, las cuales funcionan con el sistema de osmosis. Por eso, el sábado 24 de febrero será recordado por siempre en estas tierras del olvido.
Fue una larga caravana de vehículos que logró serpentear las polvorientas carreteras, cruzar zonas boscosas, bordear los arroyos secos por el intenso verano, atravesar pequeños poblados, que lucen desolados, porque a medio día, son pocos los que se arriesgan a retar el canicular sol, que quema hasta los malos pensamientos.
La primera planta se entregó en Jararao, situada a muchos kilómetros de distancia del casco urbano de Riohacha, casi sobre la margen izquierda del río Ranchería, en donde para llegar, muchas veces se deben atravesar por zonas boscosas, en donde se notan las marcas de los efectos que dejan las inundaciones de las épocas de invierno y la resequedad polvorienta de los ciclos de verano, tal como en estos momentos afecta a todo el Caribe colombiano.
“Es una solución fácil. Menos costosas que otros sistemas, que ya se han probado y, no han sido útiles. Es casi, lo mismo que utilizó el General Gustavo Rojas Pinillas, en la década de los años 50s, del siglo pasado: los famosos molinos de viento, pero ahora con tecnología de punta”. explica uno de los expertos que nos acompañó durante el recorrido.
Las plantas operan con energía solar, un pozo profundo, tanques de almacenamiento del líquido, al cual se le eliminan las partículas químicas y pesadas, para transformarlas en un producto apto para el consumo humano. Cada solución tiene un costo aproximado de 2 mil 500 millones de pesos, lo que significa que con la dispersión económica que se ha hecho para intentar cumplir con la Sentencia 302, se podrían cumplir muchos módulos de esta naturaleza.
Ojalá, todo el dinero que se atomiza y se dispersa en otras soluciones, sea direccionado a este método. Pero también, que las comunidades aprendan a valorarlo, defenderlo y hacerle el mantenimiento de forma oportuna.
Lo hermoso de estos procesos, es que mientras la Unidad Nacional del Riesgo, se enfrenta a investigaciones por la compra de camiones para el transporte del agua, el departamento ya viene dando soluciones reales, diferentes a la famosa Guajira Azul del presidente Duque y su ministro Jonnatan Malagón y a los intentos del expresidente Santos.
El agua potable, ya es una bella realidad en Ichichon y Jararao, ahora todo depende de ellos mismos para que, unidos, puedan hacer buen uso del líquido. En la Alta Guajira, también se han dado soluciones reales y palpables.
Después de la visita a estas dos comunidades, ubicadas en lo más profundo de la vorágine de Riohacha, entendemos que, los camiones doble troque, no podrían llevar el líquido a muchas localidades, debido a que los caminos, ahora en verano, no lo permiten; y en invierno, sería misión imposible, debido a que las pocas y precarias vías desaparecen bajo las aguas desbordadas de ríos y arroyos.