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Pese a contar con yacimientos de gas natural en su plataforma continental y marina, Colombia se verá abocada a seguir importando este combustible, y de paso generar incrementos hasta de un 90% para algunas regiones y poniendo en grave riesgo el sistema energético del país y a muchas empresas que operan sus plantas con este sistema térmico.

Un estudio, elaborado por Juan Benavides, investigador de Fedesarrollo, y Sergio Cabrales, profesor de la Universidad de los Andes, traza un escenario inquietante, si el 50% de la demanda se satisficiera con gas importado, las tarifas domésticas subirían drásticamente. Las ciudades más afectadas serían Bucaramanga (45,8%), Medellín (44,9%) y Bogotá (44,6%), seguidas de Cali (30,3%) y Barranquilla (11,7%).

De acuerdo al diario la República, e Infobae, el costo del gas en Colombia podría entrar en una fase de fuerte incremento en los próximos meses, y las señales de alerta ya están sobre la mesa. Lo que comenzó como una advertencia técnica se convirtió en un tema de preocupación nacional, el país está consumiendo cada vez más gas importado, en medio de una caída sostenida de la exploración y producción local. Esa combinación, según un informe de Fedesarrollo, amenaza con alterar la estabilidad de las tarifas y, en consecuencia, el bolsillo de millones de colombianos.

Pero el panorama podría ser aún más duro. “En un escenario en el que la canasta esté compuesta exclusivamente por gas importado, los aumentos podrían ser 89,3% en Bogotá, 89,7% en Medellín, 91,5% en Bucaramanga, 60,7% en Cali y 23,4% en Barranquilla”, se lee en el informe.

Las diferencias regionales no son casualidad. Como explicó Benavides en el diario La República, la tarifa final se compone de los costos de producción, transporte y distribución, y este último depende de la distancia entre los centros de consumo y las fuentes de abastecimiento. “Por eso, las ciudades más cercanas a la producción doméstica y a las instalaciones de regasificación tienen menores incrementos porcentuales”, aclaró el investigador. Ese detalle logístico se convierte en un factor de desigualdad, mientras las zonas más próximas a los puntos de entrada o extracción pagan menos, las urbes del interior cargan con un sobrecosto inevitable.

Actualmente, el 17,5% del gas que se consume en Colombia es importado, una cifra que, aunque ligeramente inferior al 19,3% registrado en 2024, muestra la creciente dependencia del país frente al suministro externo. Y ese número, según Fedesarrollo, podría aumentar rápidamente si no se reactivan los proyectos de exploración nacional.

La advertencia es que, si el país no logra garantizar su propio abastecimiento, enfrentará en los próximos tres años un déficit energético y gasífero que no se veía desde 1994. La combinación de bajos niveles de exploración, inversiones congeladas y alta demanda interna configura un riesgo estructural que va más allá de la coyuntura.

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