Por: Jorge Nain Ruiz
En mi casa, cada vez que iniciamos alguna conversación sobre alguien que ya no nos acompaña y hablamos resaltando las bondades y buenas acciones del fallecido, mi mamá afirma: “Si yo sé, que no hay muerto malo”. Recientemente a raíz de la trágica y lamentable partida del más grande de los juglares de la sabana Adolfo Rafal Pacheco Anillo, fueron muchos los que se preguntaron ¿por qué si Adolfo era tan importante para nuestra música, el Festival de la Leyenda Vallenata, amén de hacerle un reconocimiento como rey vitalicio de la canción vallenata entre un grupo de compositores, no le hizo un homenaje individualmente?
En una entrevista que me hicieron el día de la muerte de Adolfo, en RCN Radio, me preguntaron si para mí, Adolfo era el último de los juglares y yo les mencioné varios nombres de artistas vivos que considero se les puede llamar juglares, entre otros Nafer Duran Díaz, Issac Carrillo “Tijito” y uno se pregunta porque el Festival Vallenato no les hace homenajes en vida, para dentro de unos 10 ó 20 años tener que hacérselos póstumos.
Este año el máximo evento folclórico y cultural de nuestra región Caribe le rinde homenaje a uno de los acordeoneros más importantes de toda la historia del Vallenato, Luis Enrique Martínez, reconocido entre los conocedores y estudiosos de este folclor como creador y padre de la más grande, creativa y prolífica escuela de acordeoneros.
Si me preguntan que, si estoy de acuerdo con el homenaje, sin ambages digo una y mil veces que por supuesto, pero también me pregunto qué pasó si hubo tiempo para hacérselo en vida y que él se lo disfrutara y sintiera el cariño del pueblo, recogiendo los frutos de su creatividad, sabiduría y destreza, como se le ha hecho a Gustavo Gutiérrez, Rosendo Romero, Los Hermano Zuleta, Los Hermanos López y a muchos más.
En muchos municipios y poblaciones de la costa donde se realizan festivales folclóricos se les ha venido rindiendo homenaje a músicos y personajes que de una u otra manera han contribuido al desarrollo o le han hecho aportes en lo social, económico, político o cultural a la población, sin embargo, la escogencia del personaje casi nunca se puede desligar de intereses políticos, familiaridad o amistad con los financiadores del evento y con el alcalde de turno.
En este espacio de crítica y de análisis de problemas, nos caracterizamos por proponer y hacer, creemos que es muy fácil decir y señalar, viendo los toros desde la barrera, o como decía mi abuelita “Con la boca y el deo se hace un buen macaneo” Por eso no me cansaré de reiterarles a los directivos de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que estudien las hojas de vida, las trayectorias y las obras de artistas y músicos de nuestro folclor que merecen un homenaje en vida y que no duden en hacérselos, porque después de muertos ya para que, si como dice el paseo, “El muerto no oye, ni ve, ni entiende”
COLOFÓN: Quienes de otras partes del País aspiren a disfrutarse en vivo la versión 56 del Festival de la Leyenda Vallenata están en mora de comprar tiquetes y reservar hoteles, me cuentan que los pasajes y alojamientos ya están escasos.